Llevo mucho tiempo desaparecida de este mundillo blogueril, sin leer demasiado y sin escribir nada. Han pasado taaantos días que nos hemos plantado en la semana 35 de embarazo casi sin enterarnos. La semana 35… La semana en la que Pegotito nació y que me ha hecho albergar miedos de todo tipo.
No hubiese pensado llegar hasta aquí cuando vi mi positivo allá por el mes de junio. Me daba terror quedarme embarazada y volver a pasar por un parto prematuro o mucho peor, gran prematuro. Aún no puedo lanzar las campanas al vuelo, claro está. Solo cruzo los dedos y deseo con todas mis fuerzas que mi bebé decida esperar al menos un par de semanas más para que el miedo a lo desconocido no se apodere de nosotros de nuevo.
El parto, ese gran momento crucial en la vida de casi todas las mujeres que desean ser madres, está cada noche presente en mis sueños. Porque esto ya no tiene vuelta atrás: mi segundo hijo solo tiene un camino por el que salir (al menos eso espero) y con Pegotito fue todo tan bien y tan rápido, tratándose de una madre primeriza (en 8 horas estaba todo acabado y sin necesidad de cesárea), que me genera espanto el momento de romper aguas o sentir las contracciones y tener que marchar al hospital. Porque, para bien o para mal, cada parto es un mundo. Y en estos momentos lo temo, y mucho.
Otra cuestión que me genera casi el mayor nivel de angustia es el momento de separarme de mi hija. Aunque se quedará en buenas manos, en compañía de sus abuelitos (o sea, mis padres), el marcharme de casa sin saber cuándo volveré a verla, si dentro de unas horas, o de un par de días, me causa desazón y un punto de tristeza. Porque aunque ella me dice que no me preocupe porque irá a verme al hospital, no puedo pasar un día sin abrazarla, sin sentir sus besos, sin ver su sonrisa, sin notar su calor mientras pega su cuerpecito contra el mío al dormir.
¿Y si no quiero al nuevo igual? ¿Y si no experimento el amor profundo que siento hacia mi hija de la misma forma? ¿Qué ocurrirá si no me enamoro a primera vista otra vez en el paritorio de ese ser que llevo dentro de mí, tan desconocido aún?
¿Seré capaz de volver a sacar adelante a un ser indefenso? ¿Me vencerán las dudas? O por el contrario, ¿volveré a transformarme en el paritorio en una MADRE en una versión mejorada de mí misma?
Lo único que sé es que ya no hay marcha atrás. It’s the final countdown, que dirían los de Europe. Y haciendo de nuevo alusión a uno de los grandes, solo me queda decir que el show debe continuar… 😉
Lo vas a hacer fenomenal. Confía en tu, en tu bebé y en tu cuerpo! Ya te darás cuenta que el amor no se divide cuando llega otro hijo, sino que se multiplica y somos capaces de amar de manera incondicional y de crear un vínculo especil cada uno de ellos. Un abrazo y ánimo en la recta final!
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Muchas gracias por tus palabras: me reconfortan 😉 Un abrazo
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Que hermoso! Sueño con que llegue ese día de estar embarazada ♥
Bellas palabras 😉 todo saldra bien Dios te bendiga.
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Gracias 🙂
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