Nunca piensas que puedes tener un bebé prematuro. Normalmente esas cosas les pasan a los demás. Nosotros somos inmunes a las desgracias y las eventualidades de la vida. ¿Os suena? 😉
Pero la realidad es que nadie, por muy rico, famoso y millonario que sea, está libre en este mundo. La vida es dura y a veces te golpea sin que puedas hacer nada por evitarlo.
Tuve un embarazo bastante bueno. Mujer de 32 años, no fumaba, no bebía alcohol, no tomaba un triste café al día, no sufrí diabetes gestacional, ni preeclampsia, ninguna infección urinaria, ni nada de nada… Tampoco estaba estresada (de hecho los últimos meses los pasé de baja debido al insomnio que me acechó)… Vamos, que no tenía ninguna papeleta de las relacionadas con el parto prematuro para que Pegotito naciera antes de tiempo. Y, sin embargo, así fue. En la semana 35 rompí aguas y todo se precipitó.
¿Qué sientes en ese momento? Miedo, terror, ganas de llorar. Te culpas. En tu mente se van sucediendo imágenes de los días y horas anteriores a la rotura de la bolsa tratando de encontrar algún atisbo, alguna cosa que hiciera mal, algún síntoma que me hubiera avisado de lo que estaba por venir. Y no encuentras nada. Porque no lo hay. Porque ha pasado, sin más, y no tienes que buscar culpables.
En esos momentos tocaba luchar, transformar las lágrimas y la angustia en fuerza para ser capaz de coger a mi hija. Porque yo no sabía cómo hacerlo. Me daba miedo sostenerla entre mis brazos, por si la hacía daño, por si se escurría. Necesitaba ayuda para abrazarla. La veía el ser más frágil sobre la faz de la tierra, cuando me estaba dando una lección de vida agitando sus brazos y sus piernas con tanta intensidad. Ella tenía mucha más fuerza que yo, una madre que no sabía cómo serlo.
Nos dejaron juntas 2 horas en el paritorio, piel con piel, disfrutando de unos momentos de lactancia mágicos que después tardarían en repetirse. Pero un tiempo después me la arrebataron de mis brazos.
Pasamos la primera noche separadas. Yo en la habitación, a escasos metros de la Unidad de Neonatología donde le asignaron una cunita sin el calor de su madre. Afortunadamente estaba bien. Sus órganos habían tenido el tiempo suficiente para madurar, solo que tenía problemas para regular la temperatura de su pequeño cuerpecito y no daba demasiadas muestras de querer comer, así que la sombra de la hipoglucemia nos acechaba.
Fue la peor noche de mi vida. Los minutos pasaban lentos. Solo deseaba que el tiempo pasara y pudiera levantarme de la cama sin volver a marearme para ir a verla.
Una vez pasado el efecto de la anestesia epidural, recorrí los apenas cinco metros que nos separaban y la vi, agitando los brazos y las piernas saludándome, queriendo decirme: «Mamá, no llores, estoy bien. Peso poquito, pero estoy sana».
Pasamos en el hospital más tiempo del que suele ser habitual para una mamá que ha tenido un parto sin complicaciones, solo para que evaluaran qué tal se alimentaba Pegotito. Pero llegó el día de volver a casa y ella se quedó ingresada en la Unidad de Neonatología. Necesitaba recuperar un poco del peso que había perdido durante los primeros días (lo normal para un recién nacido). Además, presentaba signos de ictericia, que se solucionó en un par de jornadas.
Llegar a casa sin tu bebé duele más que todos los puntos de la episiotomía, los moratones y la punción del catéter de la epidural juntos. Al amanecer nos marchábamos al hospital y no volvíamos hasta medianoche, para intentar descansar al menos un par de horas, que se hacía harto complicado.
En la Unidad de Neonatos me enseñaron a amamantarla, a cogerla, a extraerme leche para dejársela por las noches y que pudiera seguir sintiendo el olor de su madre. Sin duda, estaba en buenas manos.
Por eso, transcurridos unos días (dos, tres, no lo recuerdo…), cuando una mañana al llegar me comunicaron que esa misma tarde, si todo iba bien y Pegotito había ganado algún gramo más, nos marcharíamos para casa, el pánico se apoderó de mí. Por fin estaríamos los tres juntos, pero…, ¿sería capaz de cuidarla? ¿Sería capaz de sacarla adelante a esa cosa tan pequeña que me miraba con aquellos ojos diminutos y abiertos de par en par?
«Lo harás bien. Eres su madre».
Y, muertos de miedo, la vestimos y salimos del hospital sintiendo la fuerza del sol en la cara.
Dedicado a todos los niños que deciden venir al mundo antes de tiempo, por darnos esa lección de vida. Y a sus padres, porque lo harán bien.
17 de noviembre. Día Mundial del Niño Prematuro
Son unos luchadores, por suerte tienes a tu nena y estuvo poco tiempo en la incubadora, mi angelito luchó como un guerrero pero al final se nos fue y es durísimo irte de casa embarazada y llegar con tu bebé en una urna, que razón tienes cuando piensas que estas cosas no nos pueden pasar…
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Lo siento tanto… Se me parte el corazón. . Te envío un abrazo enorme.
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un post muy bonito!!
CUanta razón tienes en que muchas veces pensamos que determinadas cosas no nos van a pasar a nosotros
Un beso muy grande a los 3
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Gracias. 🙂 Sí, lo pensamos demasiado a menudo.
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Admiro a las mamás de niños prematuros. Tenéis una fuerza inmensa a pesar de todo el dolor, el miedo y la incertidumbre que tenéis que pasar.
Pegotito fue fuerte y todo salió genial.
Teniendo un niño sano, con un embarazo a término sin complicaciones, yo pasé el primer día separada de mi niño por problemas (nada grave) sabiendo que todo iría bien, pero ansiando cada minuto estar con él. Incluso el día en que nos dieron el alta, tras cindo días hospitalizados, sentí miedo a no saber hacerlo bien. Me pongo en tu piel, y no me queda otra que admirarte profundamente.
Un beso!
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Gracias, Liela. No me digas eso, que se me saltan las lágrimas. ¿Estviste un día entero sin poder cogerlo? ¿Qué ocurrió?
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Pues claro que te lo digo: eres admirable por enfrentarte a una situación así. 🙂
Mi hijo nació por cesárea programada (estaba en podálica) y tuvo problemas respiratorios. Ni me lo enseñaron un segundo al sacarle. Nada de nada. Le oí llorar a lo lejos pasado un buen rato. Tuvieron que hacerle reanimación y estuvo 21 horas en el nido recuperándose. La verdad que se pasa mal sin poder verle, ni tocarle, ni sentirle… Fue raro y triste.
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Las madres de cesárea también sois admirables, de verdad.
Menudo mal trago debiste pasar, te entiendo perfectamente.
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La verdad es que todas tenemos lo nuestro. Es entonces cuando hay que sacar fuerzas de las lágrimas y seguir adelante. Aunque llores cuando no hay nadie, aunque quieras hundirte. Pero al final sale el sol.
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Ay como me emocionan estas historias. Sois unos valientes.
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Gracias, UMMF. Afortunadamente Pegotito nació en una semana muy próxima para ser considerada embarazo a término. Pero se pasa miedo, sí. Nunca te esperas ese desenlace. No quiero ni pensar en los bebés que nacen mucho antes. Deber ser un momento durísimo.
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Feliz día! Que duró es tener un bebe prematuro pero que Campeones son los prematuros!! A mi me tocó muy de cerca, mi mejor amiga tuvo su hijo con 28 semanas y ahí está el campeón con 4 años y más guapo que nadie!!
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28 semanas…Madre mía. Son pequeños milagros de la vida. 🙂
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Nuestra sobrina Naiara nació de forma muy prematura pesando tan sólo 720gr pero ahí está, sana como un roble. Son momentos muy duros pero nos dan una lección brutal. Pegotito siempre será especial, sus ganas de vivir nos enseñan a todos tantas cosas… Me alegro muchísimo por vosotros!! Un besazo! https://mamadeunsurvivor.wordpress.com/2013/10/29/mi-sobrina-naiara-una-bebe-gran-prematura/
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Sí, hace tiempo que leí tu post. 🙂 Lo de tu sobrina sí que es una historia de superación. Muchas gracias por tu comentario. ¡Un abrazo!
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Todas son historias de superación cuando son por debajo de 37 semanas. Y todos son unos héroes 😉
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Desde luego. Son unos pequeños milagros. 🙂
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Tener un bebé que ha nacido pronto tiene que ser muy duro, sí. Porque en esos primeros momentos tan vulnerables y que necesitan tanto, una querría no tener que separarse ni un instante. Afortunadamente, ha habido muchas mejoras en unos años y hoy en día los hospitales favorecen el contacto entre padres e hijos permitiendo utilizar el método canguro y gracias a los seguimientos y adelantos médicos, son muchas más las historias con final feliz. Un abrazo para quienes estén pasando o hayan pasado una situación así.
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Desde luego. Eso nos comentaban en la unidad de neonatos. Que hace sesenta años, por decirte una cifra, la tasa de mortalidad de prematuros era enorme. Un abrazo.
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No puedo saber lo que sentiste, ese miedo que debiste pasar, pero lo viví en una de mis mejores amigas, cuyo parto comenzó en el 5º mes de embarazo. se pasó un mes entero en el hospital frenandolo y al final el niño nació 3 meses antes. También fue duro y justo hoy, ha tenido un susto. Está embarazada del segundo y le quedan 3 meses.. y ha vuelto a tener contracciones.
No quiero ni imaginar lo mal que se pasa. Un beso.
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Ay, pobre. Espero y deseo que todo quede en un susto. Jo, a veces la vida se ensaña con los mismos 😦 Muchas gracias por tus palabras.
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Puff, lo que te quita todos los dolores del parto es el bebe que te ponene en brazos, si eso te lo quitan… tiene que ser el dolor más grande del mundo. Sois unas valientes. Las mamás sacamos fuerzas de donde no las hay para luchar por nuestros niños. Un besote!!
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Sí, eso es duro. Creo que todas las mamás somos unas valientes. Cada una de nosotras pasamos por lo que nos toca en la vida. 🙂
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A mi se me pone la piel de gallina de pensarlo. Estoy justo pasando el ecuador, en esas semanas en las que los médicos ya pueden hacer algo por el bebé en caso de que se adelante pero…. Dios. No querría estar bajo ninguna circunstancia en esa tesitura, tener que tomar esas decisiones. El otro día en urgencias no paraba de pensarlo (por favor, que no sean contracciones, que no sean contracciones!). Así que si, las que pasáis por este trance tenéis mi admiración también, :’)
Un abrazo 🙂
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Muchas gracias, Hobbita. Todas somos admirables. Cada una tenemos lo nuestro. Mucho ánimo en ese embarazo. ¡Ya queda menos! ¡Muaks!
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Que momento más duro! pero las mamás de los prematuros sois unas campeonas y podéis con todo! bss!
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Gracias 🙂 En realidad todas las mamás lo somos. Un abrazo!
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Me ha llegado este post tan sentido, tuvo que ser muy duro. Me alegro muchísimo de que todo saliera bien después de todo, un beso!
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Lo fue. 😦 Pero aunque pasamos malos momentos, todo mereció la pena. Un abrazo fuerte. 🙂
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