Lo bueno de compartir tu vida con un psicólogo es que puedes poner nombre a muchas de las cosas que ocurren en casa. Y en base a eso, tratar de solucionarlas. O por lo menos intentarlo.
Por eso cuando hace unas semanas llegamos a la conclusión, después de un cocido y un viaje en coche con tropezones (sí, Pegotito vomitó de nuevo), de que nuestra hija había cogido asco a los garbanzos, mi chico le puso la etiqueta y me explicó que puede definirse como un proceso biológico adaptativo que nos ayuda a sobrevivir porque evita que comamos algo potencialmente dañino. Se trata de una emoción primaria, como la alegría, la tristeza, el miedo o la sorpresa. Se diferencian de las secundarias (la vergüenza, el orgullo, la culpa…) en que las primeras son las más puramente biológicas y menos mediadas culturalmente.
Eso debió de pensar Pegotito: que los garbanzos son tan peligrosos que pueden volver a hacerle vomitar sin freno. Y esta es la razón para que, desde entonces, cuando le pongo delante un plato de garbanzos y le digo con una sonrisa «¡A comer!«, empieza a girar la cabeza de un lado para otro mientras dice: «No, no, no, no«.
Así que estoy como loca buscando por el Interné recetas con garbanzos. Hace unos días me curré un plato con sofrito de cebolla, puerro, jamoncito, espinacas, patatas y garbanzos y me vino a decir que se lo comiera el vecino del quinto, que ella no pensaba degustar semejante asquerosidad. ¡Con lo bueno que me quedó! De nada sirvió que le aplastara los garbanzos y los camuflara debajo de las patatas, que le encantan. Cuando le metía la cuchara en la boca y notaba el tacto de los garbanzos los escupía sin cortarse un pelo. ¿Solución? Pues que no vea que los come. 😉 ¡Puré con garbanzos al canto! No, si al final no vamos a abandonar los purés jamás de los jamases.
Esto me recuerda de nuevo que, aunque pequeños, son también personas. Y que sienten y padecen lo mismo que nosotros.
Bueno, os dejo. Voy a seguir buscando recetas con garbanzos. ¿Alguna recomendación? 😉
Lo de la aversión a la comida es fácil de entender. Cuando tenía 6 años cogí un empacho de macarrones con tomate y a día de hoy siguen sin hacerme gracia!!!
En cuanto a las recetas, a mi me encanta el humus, que no es más que puré de garbanzos, con un poco de comino, zumo de limón y aceite de oliva. Prueba a dárselo poco especiado a ver si cuela!
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Me apunto lo del humus. ¡Gracias!
Yo cogí asco al chorizo y estuve una década sin comerlo. :))
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Lo mismo le pasó a Iris con las patatas fritas del McDonals. Le encantaban y un día le sentaron mal y vomitó y dejó de probarlas, hasta hace poco que empezó a comerlas de nuevo, eso sí con moderación, solo unas poquitas, que el día que le sentaron mal se comió casi todo el paquete 🙂
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Los atracones es lo que tienen, jeje. A mí me pasó lo mismo con las hamburguesas del Mc Donald’s. Desde hace unos 20 años no he vuelto a probarlas. ¿Qué tendrá el Mc Donald’s?
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Jajaja… Aquí la única forma de que se coma los garbanzos es hacerlos guisados con espinacas y un sofrito de ajo y pimentón y luego todo en puré. Así le encantan.. Pero no se los des enero que se tras forma en hulk. También he comprobado que hay cosas que se las come si le miento. Por ej le doy lomo y no lo quiere pero le digo que es pollo y no deja nada jajaja. Que se le va a hacer.. Sere una mentirosa.
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¡Jajaja! Son mentiras piadosas, Sra. Jumbo. 😉
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Jajaja y tanto!.. Ya me perdonará cuando se lo cuente.
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Yo opto también por los purés. Cada cierto tiempo intento q lo pruebe en textura entera con alguna receta y muchas veces cuando más mayor va aceptando mejor nuevos alimentos 🙂
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Hoy se los hice en puré y tampoco comió mucho. Esta chica me trae de cabeza… 😉
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Yo la entiendo porque también los odio jajaj, pero te recomiendo que le intentes camuflar el sabor como sea, ponle otros ingredientes que maten el sabor de los garbanzos y hazle purés o salsas. Tampoco me hagas mucho caso que yo no estoy muy puesta aún en esto jajaja
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